A las mujeres no hay que comprenderlas, hay que quererlas.
Todo surgió cuando hace algunas semanas un amigo escribió una reflexión donde quedó de manifiesto su grito de desesperación por no saber qué queremos las mujeres. En su momento debo confesar que sus palabras me hicieron mucho sentido y en cierta manera le di la razón.
No está de más ponerlos en contexto y decir que la situación en la que me encontraba personalmente me indicaba que en efecto no tenía idea de qué quería, sobre todo en materia de una relación de pareja y que esa era la pregunta que constantemente me hacían mis amigas cuando les contaba lo que estaba sufriendo con mi "relación".
Finalmente, mi amigo y su desesperación, mis amigas y sus historias, mi relación sin rumbo, desató en mi un mar de pensamientos y de reflexiones. Pregunté por aquí y por allá y heme aquí con mi teoría sobre lo que las mujeres de hoy queremos; tanto de un hombre como de una relación en pareja.
Para empezar nuestro papel en la sociedad ha cambiado. Ahora somos mujeres con un ritmo de vida acelerado, con sueños y objetivos profesionales igual de importantes que los personales. Nuestro rol se ha ampliado y el ser únicamente amas de casa, es una opción que sólo algunas deciden adoptar y el cual está devaluado por considerarlo conformista dentro de nuestro mismo genero. Somos mujeres independientes económicamente, acostumbradas a luchar por lo que se quiere. Mujeres que sabemos decidir y tomar las riendas de nuestra vida. Mujeres que sabemos lo que queremos y no nos detenemos hasta conseguirlo. Y aunque sabemos que somos fuertes y autosuficientes; existe una realidad ineludible no queremos hacerlo solas.
La importancia de vivir en pareja actualmente es uno de los grandes retos de nuestra generación. Vivimos en un mundo donde todo es desechable y lo que no sirve lo reemplazamos sin la mínima intención de ir más allá y tratar de entender y resolver el problema. Si se descompone nuestro móvil, es más fácil comprar otro, que arreglarlo. Esto mismo está sucediendo con nuestras relaciones personales; cada día estamos menos dispuestos a ceder y exigimos de los demás cosas imposibles.
Sin ánimo de entrar en una guerra de sexos; los hombres cada día quieren comprometerse menos, les hace falta un modelo a seguir y viven en la incertidumbre de descubrir cuál es su nuevo rol en la sociedad; dado que ya no recae solamente en ellos el sustento familiar como antes. Es más cómodo seguir viviendo con los padres y que la madre sea quien los mime y satisfaga sus necesidades afectivas, mientras andan de flor en flor saciando sus necesidades sexuales, sin involucrar su libertad.
Mientras que las mujeres cada día estamos más seguras de lo que queremos y no estamos tan dispuestas a ceder como antes; a ser sumisas. Nos encontramos abatidas por las múltiples responsabilidades que tenemos que enfrentar, muchas desearían tirar la toalla y otras no queremos dar ni un paso atrás. No estamos dispuestas a que sólo ellos disfruten su sexualidad, ni tampoco a quedarnos esperando a que llegue aquel "príncipe azul", que para muchas sólo existe en los cuentos.
Y aunque parezca que no, en realidad lo que las mujeres buscamos hoy en día, no es tan complicado. Queremos libertad para tener y hacer nuestra vida y deseamos con todo el corazón que esa persona que esté a nuestro lado tenga una y la disfrute plenamente.
Queremos a una pareja de la cual podamos sentirnos orgullosas, pero que a su vez, se sienta orgulloso de nosotras. Alguien que no se conforme, que siempre esté dispuesto a superarse; porque así somos nosotras. Seguros de si mismos, de lo que son y pueden ser capaces, pero sobre todo que nos de seguridad, protección.
Alguien que nos demuestre su amor, no con palabras vacías o detalles culposos; sino con acciones, que sepa y esté dispuesto a ceder de vez en cuando; porque eso estamos dispuestas nosotras a dar.
Un cómplice, que quiera crecer, aprender y descubrir la vida a nuestro lado. Que sepa cuando y cómo tomar decisiones y cuando dejar que nosotras llevemos la batuta. Que tome en cuenta lo que queremos y lo que pensamos.
Que comparta con nosotras algunas cosas en común, no todas porque entonces sería aburrido. Necesitamos a un hombre que nos respete y valore, que nos de espacio y confianza. Que nos escuche y nos ponga atención. Que se interese por lo que sentimos, pensamos y hacemos. Pero sobre todo, alguien que quiera comprometerse con nosotras (dejando de lado el título que se le pueda dar a la relación) y que vaya de la mano con nosotras por el camino.
Al final, las características físicas dejan de ser lo importante y preferimos a alguien tal vez no como Brad Pitt, pero si con buen carácter, que nos haga reír, que nos entretenga con su platica y que nos haga sentir amadas, seguras y respetadas.
Me atrevo a pensar que la mayoría de los seres humanos, lo que menos deseamos en esta vida es envejecer y morir solos. Nos ilusiona la idea de compartir el viaje con alguien a quien amamos y con el cual reviviremos esos instantes cuando ya no nos quede más tiempo para seguir respirando.
Por mi parte debo confesar que me quedé sorprendida, cuando después de entrevistar a varias de mis amigas, parecía que todas se habían puesto de acuerdo para decirme lo mismo. Y es ahí cuando no me explico, por qué si todas tenemos tan claro que queremos por qué seguimos aceptando que entren patanes a nuestras vidas y no nos damos nosotras el valor que queremos que nos tengan.
Finalmente, me gustaría decir que personalmente sueño con algún día conocer a ese hombre que será mi cómplice que querrá compartir mi vida y su vida conmigo, que estará dispuesto a no dejar que la rutina y los problemas hagan nuestra relación desechable. Alguien que me motive a ser cada día mejor y a despertar con una sonrisa enorme al saber que cada día será una nueva experiencia que viviremos juntos. Alguien que respete mi libertad, tanto como yo la suya. Y que por sobre todas las cosas no me engañe. Que me ame y desee hacer un viaje infinito siempre a mi lado. Yo no me doy por vencida... algún día.
La importancia de vivir en pareja actualmente es uno de los grandes retos de nuestra generación. Vivimos en un mundo donde todo es desechable y lo que no sirve lo reemplazamos sin la mínima intención de ir más allá y tratar de entender y resolver el problema. Si se descompone nuestro móvil, es más fácil comprar otro, que arreglarlo. Esto mismo está sucediendo con nuestras relaciones personales; cada día estamos menos dispuestos a ceder y exigimos de los demás cosas imposibles.
Sin ánimo de entrar en una guerra de sexos; los hombres cada día quieren comprometerse menos, les hace falta un modelo a seguir y viven en la incertidumbre de descubrir cuál es su nuevo rol en la sociedad; dado que ya no recae solamente en ellos el sustento familiar como antes. Es más cómodo seguir viviendo con los padres y que la madre sea quien los mime y satisfaga sus necesidades afectivas, mientras andan de flor en flor saciando sus necesidades sexuales, sin involucrar su libertad.
Mientras que las mujeres cada día estamos más seguras de lo que queremos y no estamos tan dispuestas a ceder como antes; a ser sumisas. Nos encontramos abatidas por las múltiples responsabilidades que tenemos que enfrentar, muchas desearían tirar la toalla y otras no queremos dar ni un paso atrás. No estamos dispuestas a que sólo ellos disfruten su sexualidad, ni tampoco a quedarnos esperando a que llegue aquel "príncipe azul", que para muchas sólo existe en los cuentos.
Y aunque parezca que no, en realidad lo que las mujeres buscamos hoy en día, no es tan complicado. Queremos libertad para tener y hacer nuestra vida y deseamos con todo el corazón que esa persona que esté a nuestro lado tenga una y la disfrute plenamente.
Queremos a una pareja de la cual podamos sentirnos orgullosas, pero que a su vez, se sienta orgulloso de nosotras. Alguien que no se conforme, que siempre esté dispuesto a superarse; porque así somos nosotras. Seguros de si mismos, de lo que son y pueden ser capaces, pero sobre todo que nos de seguridad, protección.
Alguien que nos demuestre su amor, no con palabras vacías o detalles culposos; sino con acciones, que sepa y esté dispuesto a ceder de vez en cuando; porque eso estamos dispuestas nosotras a dar.
Un cómplice, que quiera crecer, aprender y descubrir la vida a nuestro lado. Que sepa cuando y cómo tomar decisiones y cuando dejar que nosotras llevemos la batuta. Que tome en cuenta lo que queremos y lo que pensamos.
Que comparta con nosotras algunas cosas en común, no todas porque entonces sería aburrido. Necesitamos a un hombre que nos respete y valore, que nos de espacio y confianza. Que nos escuche y nos ponga atención. Que se interese por lo que sentimos, pensamos y hacemos. Pero sobre todo, alguien que quiera comprometerse con nosotras (dejando de lado el título que se le pueda dar a la relación) y que vaya de la mano con nosotras por el camino.
Al final, las características físicas dejan de ser lo importante y preferimos a alguien tal vez no como Brad Pitt, pero si con buen carácter, que nos haga reír, que nos entretenga con su platica y que nos haga sentir amadas, seguras y respetadas.
Me atrevo a pensar que la mayoría de los seres humanos, lo que menos deseamos en esta vida es envejecer y morir solos. Nos ilusiona la idea de compartir el viaje con alguien a quien amamos y con el cual reviviremos esos instantes cuando ya no nos quede más tiempo para seguir respirando.
Por mi parte debo confesar que me quedé sorprendida, cuando después de entrevistar a varias de mis amigas, parecía que todas se habían puesto de acuerdo para decirme lo mismo. Y es ahí cuando no me explico, por qué si todas tenemos tan claro que queremos por qué seguimos aceptando que entren patanes a nuestras vidas y no nos damos nosotras el valor que queremos que nos tengan.
Me pregunto si esa necesidad puede que no sea exclusiva de las mujeres y que los hombres en cierta manera estén buscando lo mismo en una relación de pareja y el problema sea la mala comunicación que hay entre géneros.
Finalmente, me gustaría decir que personalmente sueño con algún día conocer a ese hombre que será mi cómplice que querrá compartir mi vida y su vida conmigo, que estará dispuesto a no dejar que la rutina y los problemas hagan nuestra relación desechable. Alguien que me motive a ser cada día mejor y a despertar con una sonrisa enorme al saber que cada día será una nueva experiencia que viviremos juntos. Alguien que respete mi libertad, tanto como yo la suya. Y que por sobre todas las cosas no me engañe. Que me ame y desee hacer un viaje infinito siempre a mi lado. Yo no me doy por vencida... algún día.